¿Cómo funciona la calefacción central? | Ahorra en calefacción
Guía Práctica

¿Cómo funciona la calefacción central? | Ahorra en calefacción

¿Sabías que la calefacción central es el sistema por el que se calientan las viviendas del mismo bloque en un 10% de los casos? Es cierto que en los nuevos edificios el tipo de combustible y el modo de instalación ha variado, pero la verdad es que controlar la temperatura de manera centralizada sigue siendo una de las opciones con más adeptos. Y a pesar de eso, no todos los usuarios saben cómo funciona la calefacción central en sus propios edificios.

Evolución de la calefacción central

Lo cierto es que los cambios más relevantes por los que han pasado los sistemas de calefacción central tienen que ver, en primer lugar, con los combustibles utilizados. Hace ya unos años que el carbón y el gasoil, ambos altamente contaminantes, se han sustituido por el gas natural, un combustible mucho más limpio.

El nuevo CTE (Código Técnico de la Edificación), incluye además la obligación de que una parte importante de la energía que empleen los edificios sea de tipo renovable. Algo que afecta a la calefacción central. Pero no para eliminarla, ni mucho menos.

Cómo funciona la calefacción central con energías renovables

Lo principal a la hora de entender el funcionamiento de la calefacción central que implica gas natural en combinación con otro tipo de energía, es que el calor se co-genera. Es decir, se genera a través de dos tipos de combustibles. Uno de ellos es el gas natural y el otro una energía renovable.

Según un estudio llevado a cabo por la Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración (ATECYR), que analizaba instalaciones de calefacción central cumplidoras de las normas impuestas por el nuevo CTE, las mejores combinaciones de fuentes de calor, renovables y no renovables, son las siguientes:

  • Caldera de gas con energía solar térmica para agua caliente y bomba de calor.
  • Bomba de calor.
  • Aerotermia con energía solar térmica.
  • Aerotermia con energía fotovoltaica.

El estudio mostró que las instalaciones más eficientes eran las que contaban con un recuperador de calor.

En conclusión, pues, vemos que la calefacción central no es contraria al cuidado del medio ambiente, ni su funcionamiento evoluciona de espaldas a las energías renovables.

Cómo funciona la calefacción central: calderas de condensación

Una vez más, el CTE es el que sientas las bases sobre las que debemos aprender cómo funciona la calefacción central de un edificio para cumplir con todas las normas y regulaciones. Según el mismo, las calefacciones centrales solo pueden instalarse si cuentan con calderas de condensación.

Las calderas de combustión, ya obsoletas quemaban combustible para producir dióxido de carbono y vapor, gases que escapaban a través de una especie de chimenea en la parte superior o lateral. El problema con este diseño es que, junto con los gases de escape, se perdía mucho calor. Por no hablar del efecto contaminante.

En las calderas de condensación, los gases de combustión pasan a través de un intercambiador de calor que calienta el agua fría que regresa de los radiadores, ayudando a calentarla y reduciendo el trabajo que lleva a cabo la propia caldera. Las calderas de condensación pueden tener una eficiencia de más del 90 por ciento (más del 90 por ciento de la energía producida a partir del gas natural que se usa como combustible se convierte en energía para calentar las habitaciones o el agua).

Medidas de seguridad a tener en cuenta en instalaciones de gas

Cómo funciona la calefacción central: elementos del sistema

La caldera

La caldera es la parte más importante para entender cómo funciona la calefacción central. Es un aparato que cuenta con un suministro continuo de gas natural que fluye hacia él desde una tubería en la calle. Cuando quieres calentar tu casa, enciendes la caldera con un interruptor eléctrico. Se abre una válvula, el gas entra en una cámara de combustión sellada en la caldera a través de muchos chorros pequeños y un sistema de encendido eléctrico los enciende. Los chorros de gas juegan en un intercambiador de calor conectado a una tubería que transporta agua fría. El intercambiador de calor toma la energía térmica de los chorros de gas y calienta el agua.

Los chorros de gas dentro de una caldera se encienden para calentar el agua. Si el gas natural al quemarse adopta un color azul, es que tiene la cantidad adecuada de oxígeno. Si adopta un color amarillo, no hay suficiente oxígeno y la caldera puede estar generando monóxido de carbono. Por eso siempre debe haber un detector de monóxido de carbono en algún lugar cerca de una caldera de gas.

Tuberías de agua

La tubería de agua es en realidad una pequeña sección de un circuito más grande y continuo instalado alrededor del edificio. Pasa por cada radiador de agua caliente y luego vuelve a la caldera.

A medida que el agua fluye a través de los radiadores, emite algo de su calor y calienta las habitaciones. Para cuando vuelve a la caldera, ya se ha enfriado. Por eso la caldera tiene que seguir encendida: para mantener el agua a una temperatura lo suficientemente alta como para calentar todas las viviendas. Una bomba eléctrica dentro de la caldera (o muy cerca de ella) mantiene el agua fluyendo por el circuito de tuberías y radiadores.

Los radiadores

Un radiador de agua caliente es simplemente un tubo de cobre doblado repetidamente en ángulo recto para producir una superficie de calentamiento de gran tamaño (o del tamaño adecuado para un espacio dado). El agua entra y sale a través de válvulas en la parte inferior.

¿Sabías que la temperatura del radiador no se puede regular? Un radiador es solo un tubo doblado hacia adelante y hacia atrás de 10 a 20 veces más o menos para crear una gran superficie que irradie calor a una habitación. Está completamente encendido o completamente apagado: por su propia naturaleza, no se puede configurar a diferentes temperaturas porque el agua caliente fluye a través de él o no. Con un sistema de calefacción central simple, cada radiador tiene una válvula de tornillo básica en la parte inferior. Si se gira el tornillo hacia abajo, se apaga el radiador: la válvula se cierra y el agua caliente fluye directamente a través del tubo inferior, sin pasar por la parte superior del radiador. Si se gira el tornillo hacia arriba y se enciende el radiador, el agua caliente pasa a través de él y el calor se irradia, calentando la habitación.

El reparto del consumo de la calefacción central

Consumo y facturación

Los sistemas de calefacción central tradicionales seguían un sistema de reparto proporcional de lo consumido para cada vivienda, algo que generalmente fija cada comunidad de vecinos.

Un sistema muy común de reparto de consumo consistía en asignar a cada vivienda un porcentaje del mismo en función de su superficie. No obstante, en el reparto también podía influir el número de radiadores que hubiera en cada vivienda. Esto en cuanto a la parte de consumo de combustible, que venía a ser aproximadamente la mitad del gasto. La otra media correspondía a los gastos fijos, así que un consumo racional de calefacción redundaba en beneficio de todos los vecinos.

Esto ya no es posible porque la normativa actual establece que debe haber contadores individuales. Cada vivienda obtiene así una factura que refleja su consumo, con lo que se terminan los problemas de estimación por parte de la comunidad.

Reparto de calor

Uno de los antiguos problemas era que se ofrecía más calor en los pisos más bajos e iba suavizándose a medida que subía, lo que suponía que las plantas más bajas tenían demasiado calor, mientras que las más altas se movían en niveles de calefacción aceptables. Esto ya no sucede en los sistemas de calefacción central actuales, lo que además de un mayor confort en cuanto a temperatura en las viviendas redunda en una rebaja del consumo. Por lo tanto, también de la factura.

El sistema de reparto de calor ha mejorado gracias a la instalación de válvulas de control de la temperatura en el sistema de calefacción, cosa que antes no se hacía.

Habitualmente, estas válvulas se instalan en los radiadores, lo que da la oportunidad a quienes viven en el edificio de regular la temperatura de cada uno de ellos. O, más concretamente, el flujo de agua que los atraviesa. Porque, como hemos dicho, la temperatura no es regulable en sí misma. Lo que ocurre es que, cuanta menos agua dejas pasar a través del radiador, menos calienta. Y ese flujo de agua sí puede regularse manualmente y de forma personalizada en cada radiador.

Se puede optar también por la instalación de sistemas de control automáticos. Esto se logra mediante la instalación de válvulas dotadas de cabezal termostático. Estas se encargarán de regular de manera autónoma el flujo de agua caliente a los radiadores.

Cómo ahorrar en calefacción

Controlando la temperatura mediante válvulas

Las válvulas de control de temperatura permiten ahorrar en calefacción porque, al controlar la temperatura máxima que puede alcanzar el radiador, se encargan de cortar el suministro cuando se supera, y de reanudarlo cuando baja. Por tanto, el gasto en calefacción será menor si se ajusta debidamente la temperatura.

Como es lógico, a menor temperatura de los radiadores menor gasto, por lo que conviene no pasarse al seleccionarla. Pero tampoco hay que quedarse corto. Generalmente, con una temperatura de entre 20 y 22 grados en el interior de una vivienda es suficiente. Por lo tanto, si te encargas de ajustar la válvula y el cabezal termostático para que se corte el suministro a una temperatura adecuada podrás ahorrar en consumo de calefacción. Una temperatura más elevada sólo hará que puedas quitarte el jersey, pero tendrás que pagar sin duda una factura muy abultada.

Cambiando la caldera por una de gas natural si es necesario

Es recomendable hacerlo si en el edificio la calefacción central todavía funciona con una caldera de combustión de combustibles fósiles.  Se trata de una medida que requerirá de una importante inversión inicial para los vecinos. Aunque esta se puede diluir si la comunidad es grande. Pero sin duda, a la larga el bolsillo de cada vecino se verá beneficiado por el cambio de caldera, ya que el gas natural como combustible es entre un 20% y un 25% más económico.

Revisar el aislamiento de cada vivienda

Esto poco o nada tiene que ver con cómo funciona la calefacción central, cierto. Pero el hecho es que un buen aislamiento es uno de los factores más importantes a la hora de ahorrar en calefacción y en aire acondicionado.

A medida que van pasando los años, la carpintería metálica, los cierres de las ventanas, el aislamiento de persianas y las cajas de las mismas se va deteriorando.

Esto lleva a que, con el tiempo, el aire frío puede colarse en las viviendas, y por tanto rebajar la temperatura interior en invierno. Con una carpintería exterior deteriorada, el calor se quedará menos tiempo en el interior de las casas. Por lo tanto, el nivel de confort será menor, y hará falta una potencia mayor de calefacción para calentar la vivienda.

Como resultado, las válvulas termostáticas notarán una temperatura menor de la deseada con más frecuencia, por lo que activarán el paso de agua caliente a los radiadores más veces. ¿Esto a qué conduce? Pues a que el consumo de gas será mayor, y por tanto, la factura será más abultada. Para evitarlo hay que revisar el estado de la carpintería exterior cada cierto tiempo, y procurar que esté siempre en el mejor estado.

Así se evita, por un lado, que entre aire frío en casa. Por otro, que la calefacción se ponga en marcha cuando no debería hacerlo. Una pequeña inversión en mejorar, por ejemplo, el nivel de aislamiento de una ventana puede rebajar notablemente el coste de la factura de calefacción central de una vivienda, e influir en cómo funciona la calefacción central.

About the author

STH

Add Comment

Click here to post a comment

¿Quieres estar informado? ¡Suscríbete a nuestra newsletter!