Conseguir reducir el consumo de energía en todos los ámbitos de nuestra vida no solo beneficia a nuestro bolsillo. También al medio ambiente, dado que se reducen las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera si logramos optimizar el consumo energético. También en las oficinas, unos espacios en los que pasamos una parte notable de nuestra vida diaria, desempeñando todo tipo de tareas. De hecho, el concepto de eficiencia energética en oficinas no es algo nuevo. Solo que se empezó a plantear hace ya unos años. Por eso, algunas prácticas para optimizar el gasto de energía se han quedado algo desfasadas. O bien, han aparecido nuevos métodos o tecnologías que permiten ahorrar más energía. A la vista está que repensar la eficiencia energética de las oficinas es cada vez más importante.
La vuelta de muchas empresas a la normalidad, sobre todo a partir de este otoño, obliga a su directiva a tener que tomar medidas no solo sobre distanciamiento e higiene. También, en muchos casos, para reducir el consumo de electricidad. Y eso pasa por revisar las políticas de la compañía en cuanto a la eficiencia energética de sus oficinas. El cómo abordar este tema en una oficina es quizá algo largo y tedioso. Además, exige bastantes modificaciones en cuanto a costumbres y formas de actuar. Pero sin duda, las recompensas que obtienen las compañías que estudian periódicamente la eficiencia energética en sus instalaciones son tan beneficiosas para su economía y para el medio ambiente que hacen que repensar la eficiencia energética de las oficinas cada cierto tiempo merezca la pena. A continuación verás por qué.
Eficiencia energética de las oficinas: iluminación y electricidad
Para optimizar la eficiencia energética de las oficinas no hay un sistema uniforme. Cada oficina es un mundo, con sus propias instalaciones y necesidades. Por tanto, el sistema empleado para una no tiene por qué servir para otras. Es necesario abordar la gestión de la eficiencia energética en las instalaciones de manera personalizada para cada una.
Para empezar, es necesario conocer cómo está articulado y repartido tanto el sistema eléctrico como los equipos y sistemas conectados a él. Hay que conocer exactamente qué tipo de instalación se tiene. También cuánto consume cada equipo, y su antigüedad. Esto es importante, porque hay equipos de cierta antigüedad que, aunque siguen funcionando correctamente, tienen un consumo de energía excesivo. Por otro lado, puede que queden bombillas convencionales sin sustituir por otras lámparas LED. O que algún dispositivo esté averiado y esté consumiendo energía constantemente.
Como verás, replantearse la eficiencia energética de las oficinas no consiste en revisar unos enchufes y unas bombillas. Es un proceso mucho más complejo, que requiere un sistema lo más estandarizado posible para tener todo controlado en materia energética de cada oficina que se revise. Por eso, cuando la dirección de una empresa se plantee una optimización de la eficiencia energética de sus oficinas, lo primero es poner en marcha una auditoría energética de sus instalaciones.
Además de cuidar que todas las bombillas sean de tipo LED, también es necesario tomar otras medidas para una mayor eficiencia energética de las oficinas. Tal como hemos visto con la calefacción y el aire acondicionado, también se puede sectorizar la iluminación. Con esto conseguirás que en la oficina solo estén encendidas las luces que se necesiten. Y que, por ejemplo, las de los despachos o salas de reuniones, estén apagadas cuando estén vacías. La sectorización también debe aplicarse con la intensidad de la luz. Es posible que en algunas zonas haga falta una intensidad de luz elevada por la concentración de puestos de trabajo. Pero en otras, como las salas de reuniones, puede que sea suficiente con una luz mucho más tenue.
El plan de optimización energética: personalizado y a medida
Como hemos mencionado, cada empresa necesita un plan de optimización personalizado para conseguir el mayor nivel de eficiencia energética posible. ¿Qué quiere decir esto? Que los encargados de realizar el estudio analizarán en detalle el nivel de consumo energético de la oficina y las posibilidades que existen para mejorarlo y reducirlo. Los datos que recaben serán los que sirvan de base para redactar el informe de eficiencia energética actual, y los planes para optimizarla. Con él será posible repensar la eficiencia energética en las oficinas de la compañía.
Durante el estudio para la realización del informe, los expertos encargados de ello localizan e identifican los puntos en los que se produce un mayor consumo de energía. De esta manera, combinando esta información con el entorno que rodea a estos puntos pueden indicar medidas para optimizar el consumo en esos puntos en concreto. Y por descontado, en caso de que ya se hayan tomado medidas antes para mejorar en cuanto a eficiencia energética en las oficinas, hay que ver si son eficaces. En caso de que lo sean, la auditoría verá si se pueden mejorar todavía más. Y en caso de que sea así, que medidas adicionales tomar para conseguirlo. Pero si no están siendo eficaces, será necesario sustituirlas por otras más adaptadas a la situación actual.
Medidas para una mayor eficiencia energética de las oficinas
La mejora de la eficiencia energética en las oficinas va mucho más allá de poner bombillas LED. O de cambiar aparatos eléctricos y electrónicos por otros con un menor consumo energético. También pasa, por ejemplo, por revisar toda la instalación de calefacción y aire acondicionado de la oficina. En caso de que sea necesario, habrá que adaptarla a las necesidades en cuanto a temperatura de la oficina y el edificio. Porque dentro de la auditoría energética que se lleve a cabo para determinar si es necesario repensar la eficiencia energética de las oficinas, es necesario revisar el estado del edificio para poder ver cómo está equipado de cara a conseguir más eficiencia en el consumo de energía.
Otro aspecto que conviene tener en cuenta para optimizar la eficiencia energética de las oficinas es conocer su ocupación. Puede que no todos sus puestos estén siempre ocupados. O que haya, por ejemplo, salas de reuniones que solo se utilicen durante un rato. Por eso conviene tener en cuenta que no siempre es necesario refrescar o calentar al completo. En estos casos, es recomendable sectorizar los sistemas de calefacción y aire acondicionado. De esta manera, los empleados de la oficina que estén en cada zona podrán regular la temperatura según sus necesidades. Y en caso de que haya áreas vacías o salas en las que no haya reuniones, será posible mantener apagado el sistema de climatización hasta que se vaya a utilizar la estancia.
Mejorar el aislamiento para mejorar la eficiencia energética
En ocasiones, cuando el edificio y/o la oficina en cuestión no está aislado adecuadamente, en la oficina se consumirá más energía para calentarla en invierno y refrescarla en verano con el sistema de refrigeración adecuado. Por eso, en estos casos, la optimización de la eficiencia energética pasa por comprobar si tiene un buen aislante térmico. Así no solo se consigue que las oficinas alcancen antes la temperatura adecuada en cada estación, y ahorrar energía en invierno y en verano. También se logra que el calor o el fresco tarden más en desaparecer. Los muros de la oficina los retendrán mejor.
Por eso, el estudio para la realización del plan energético tiene que recoger el estado del aislamiento de las oficinas. Muchas veces, el aislamiento que tienen puede haberse deteriorado con el paso del tiempo. O ser insuficiente, y estar presente solo en las paredes. Y no en todas. Como consecuencia, no se conserva la temperatura en el interior todo lo bien que debería hacerse. Por eso, una de las medidas que conviene repensar en cuanto a eficiencia energética de las oficinas es su aislamiento térmico.
Además del de las paredes, conviene revisar el del suelo. Y el del techo, especialmente si la oficina se encuentra en un ático o en un último piso. Si se ha deteriorado hay que cambiarlo y mejorarlo, o instalarlo si no se tiene. Eso sí, hay que valorar cuál es el mejor de los tipos de aislamiento térmico para la oficina. Uno de los más utilizados es el poliestireno extruido. Se utiliza para muros exteriores, suelos y tejado, y en función de la necesidad de aislante, se coloca con un grosor de entre 5 y 14 centímetros. La decisión sobre el grueso a utilizar la tomará la empresa experta en aislamiento que vaya a instalarlo.
Otro de los tipos de aislamiento térmico más utilizados es la lana de roca. Se coloca en paneles, y sirve para muros exteriores, suelos y cubiertas también. Además de aislante térmico también lo es acústico, así que ayuda a evitar ruidos en zonas con mucho movimiento exterior. Puede tener un grosor de hasta 7 centímetros y mezclarla con cemento para evitar los puentes térmicos. También se usa mucho la lana de vidrio, ignífuga. Y la espuma de poliuretano, impermeable y que se pega a las superficies. Se usa mucho además para rellenar grietas en muros y juntas.
Cualquiera de estos materiales resultan buenos aislantes térmicos para las oficinas. Por lo tanto, una vez instalados, el nivel de eficiencia energética de las oficinas mejorará notablemente. Retendrá mejor el calor en invierno, y el fresco en verano. Por tanto, no hará falta tanto aire acondicionado en verano ni calefacción en invierno. Pero para saber qué mejoras abordar de cara a la eficiencia energética, y en particular al aislamiento, es necesario consultar con una empresa experta en ello. Así que ¡anímate a repensar la eficiencia energética tu oficina e invierte dinero para reducir el consumo y las emisiones en ella!
Add Comment