Ahorrar en el consumo de electricidad y gas es una de las principales preocupaciones de muchos hogares. Por eso es habitual tener cuidado no solo con el consumo, sino también con lo que consume un electrodoméstico a la hora de comprarlos. En ese momento es necesario comprobar qué etiqueta tiene para saber si consume más o menos, y obrar en consecuencia. Pero los electrodomésticos no son los únicos que te permitirán ahorrar más o menos energía. También lo conseguirás en función de la certificación energética de los edificios en los que residas. Así, en función de si tiene una certificación u otra, el consumo de energía para refrigerar o calentar una vivienda, y por descontado el edificio entero, será mayor o menor.
Pero ¿Qué es exactamente la certificación energética de los edificios? ¿Qué supone para quienes viven en él ¿Cuándo hay que obtenerlo, y cómo? ¿Es obligatorio obtenerlo? Descubre la respuesta a esta y otras preguntas y dudas a continuación.
¿Qué es la certificación energética de los edificios?
La certificación energética de los edificios no es más que un documento en el que está reflejado cuánto consume el edificio en cuestión. También las emisiones de dióxido de carbono que lanza el edificio a la atmósfera. Su nivel se mide en función de una letra que puede estar entre la A, la que se otorga a los edificios que menos consumen, y la G, la que reciben los que más consumen. Estos suelen ser los edificios con mayor antigüedad, y por tanto, los que cuentan con un nivel más pobre de aislamiento. Por eso será necesario consumir más electricidad y gas para mantenerlo a la temperatura adecuada, tanto en verano como en invierno.
A medida que las viviendas vayan siendo más modernas, se reformen para optimizar su certificación energética, o sean de nueva construcción, irán contando con una calificación más elevada, y sus letras irán avanzando más hacia la A, el máximo nivel de la certificación energética de los edificios.
¿Es obligatorio que un edificio tenga esta certificación?
Depende de su año de construcción. Desde el año 2007 tienen que tenerlo todos los edificios que se construyan en España. También deben tenerlo las viviendas que se quieran o vender o alquilar. Si se quiere vender es obligatorio siempre que la vivienda o el edificio lo tenga. En el caso de dedicarse al alquiler, solo es obligatorio sacarla si el alquiler va a ser por varios meses. En concreto, solo es obligatorio en caso de alquiler cuando el edificio, en caso de tratarse de una vivienda unifamiliar, o la vivienda, se va a alquilar por más de cuatro meses cada año.
Además hay otros supuestos en los que no es necesario que se obtenga la certificación energética de los edificios. Es decir, puedes obtenerlo, pero no es necesario. Será así si el edificio tiene menos de 50 metros cuadrados de superficie útil y además está construido en una zona que se encuentre aislada. Tampoco tendrás que obtenerlo si el edificio en cuestión tiene uso industrial y, por ejemplo, está destinado a ser un taller o a otras actividades industriales. No tendrás que sacarlo tampoco en caso de que quieras comprar el edificio para demolerlo. Ni cuando tras la compra vayas a realizar una reforma integral en él.
En el resto de supuestos sí lo necesitarás. Además, debes saber que su validez es de diez años desde la fecha de su obtención. También que tendrás que presentarlo antes de efectuar su venta o de alquilarlo. Por otro lado, no solo es obligatorio entregar el certificado, sino que está considerado como una más de las características del edificio. Y si no lo sacas cuando tengas que hacerlo obligatoriamente, es posible que te impongan una sanción, que puede ser incluso considerada grave, y conllevar una multa.
¿Qué influye en la certificación?
Antes de saber qué incluye en la certificación energética de los edificios tienes que saber que el proceso de estudio y análisis del edificio previo a la expedición del certificado lo tiene que realizar un técnico especializado y debidamente autorizado. En la mayoría de los casos lo hacen arquitectos, arquitectos técnicos o ingenieros de determinadas especialidades. Durante el examen que hacen de las edificaciones, recogen los datos necesarios tras revisar todos los elementos y factores que influyen en el grado de la certificación.
Los técnicos se encargan por tanto de recopilar información de las fachadas del edificio, de sus ventanas y en general, de sus instalaciones. Con toda la información valoran las emisiones de dióxido de carbono que emite por metro cuadrado. También estima la energía que puede consumir a lo largo de un año. Porque lo primero que hacen es revisar todas sus características, como hemos mencionado. Pero no solo las físicas. También otras, como el año en el que se construyó. También su situación y orientación, y si se trata de un edificio aislado o pegado a otros.
Por otro lado, elementos como árboles y parques, y los edificios que rodean al que se esté examinando para conseguir la certificación energética también influirán en ella. Por si le pueden dar sombra y evitar que se calienten excesivamente en verano. O si le protegen del aire y otros elementos adversos en invierno.
Hemos mencionado que en la decisión sobre el nivel de certificación influye el estado de las fachadas y las ventanas. Pero además también tiene que ver la disposición y posición de las fachadas, así como su protección. Y el estado de las paredes, e incluso la superficie que tengan las ventanas. Por descontado, el técnico se encargará de verificar si hay puentes térmicos en las fachadas. Estos son los puntos por donde una fachada puede perder y ganar temperatura con más facilidad. Si los hay, empeorarán el nivel de la certificación, y harán subir el consumo de energía del edificio, y de la necesaria para mantenerlo a una buena temperatura.
Pero en la certificación no solo influye el exterior del edificio. También lo que se encuentra en el interior, y no precisamente poco. En concreto, sus instalaciones de calefacción, agua caliente y aire acondicionado tienen una influencia muy notable en el grado que se alcanzará con la certificación. Eso sí, los aparatos electrónicos que haya en el interior de un edificio no influyen en su certificación, aunque creas que están directamente relacionados con ella.
Informe y propuesta de mejoras
Una vez realizadas las mediciones y observado todos los detalles, el técnico elaborará un informe detallado de cara a la emisión de la certificación energética de los edificios para el que acabe de analizar. En el informe, si es necesario, también se propondrán diversas mejoras para el edificio, centradas sobre todo en conseguir que este mejore en cuanto a emisiones y nivel de aislamiento. Es decir, en que cuente con una eficiencia energética mayor. De esta manera, no será necesario consumir tanta energía para mantener una temperatura agradable en su interior, y por lo tanto sus emisiones de CO2 serán menores.
Eso sí, la no realización de las mejoras propuestas no implica que el edificio no vaya a obtener la certificación energética. Solo quiere decir que el nivel de la misma será peor que si se llevan a cabo. Por eso, sobre todo si el edificio se va a destinar a alquiler o venta, es aconsejable realizarlas. Porque quien quiere comprar o alquilar un edificio generalmente también se va a preocupar porque la certificación energética de los edificios que visitan sea la mejor posible. Tener una letra lo más cercana posible a la A en ellas no solo les costará menos dinero en sus facturas de energía mantenerlo caldeado en invierno y fresco en verano. También podrán disfrutar de una temperatura más agradable en su interior en cualquier momento.
Por eso es aconsejable tener en cuenta siempre las mejoras a realizar. Es evidentemente que requerirán una inversión económica, y que en la mayoría de casos tendrás que hacer una reforma bastante grande. Pero el resultado merecerá la pena. Eso sí, si te decides por hacerlas, ten en cuenta que las tendrá que realizar un especialista, o una empresa especializada, en este tipo de reformas. Generalmente estarán relacionadas o bien con el aislamiento, o con los sistemas de calefacción más eficientes de la actualidad, o con los de aire acondicionado. De ahí la necesidad de dejarlas en manos de expertos.
Una vea realizadas las reformas, el técnico visitará de nuevo el edificio y realizará las comprobaciones necesarias para ver si puede emitir una certificación energética de los edificios más favorable que la inicial. En cualquier caso, informará a los propietarios del edificio de la certificación que les corresponde. En este punto, el trámite que queda para que sea efectivo es llevar el informe al registro y tramitar su presentación ante el organismo competente para ello de la comunidad autónoma en el que está el edificio.
Generalmente, esto tiene que hacerlo quien sea propietario del edificio, pero en algunas también puede, y de hecho lo hace, el técnico. Por eso conviene que te enteres, antes de nada, si es necesario que ese trámite lo hagas tú, o por otro lado lo puede hacer el mismo técnico que lo ha otorgado. Sea de una u otra manera, tras el trámite tendrás una etiqueta con la certificación, su letra, los kilogramos de CO2 que emite el edificio y su demanda de energía. Como hemos mencionado, es obligatorio obtenerla en muchos casos, así que no lo dejes pasar ¡y saca la certificación energética a tu edificio si lo vas a alquilar o vender cuanto antes!
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