En casi todos los casos en los que se habla sobre sistemas de calefacción para una vivienda, las calderas juegan un papel destacado. Sobre todo si se utiliza gas como combustible. Pero no todas las calderas son iguales; las hay de tipos muy distintos, y no todas tienen además el mismo nivel de consumo. Por tanto, cuando vayas a instalar una calefacción o a cambiar la caldera que ya tienes, es necesario que valores todas las opciones que tienes disponibles entre los tipos de calderas existentes. Sobre todo, si buscas una que destaque por su eficiencia.
Necesitarás instalar una caldera en prácticamente cualquier sistema de calefacción que tenga, como mecanismo para repartir el calor por la casa, un circuito cerrado de agua. Tanto con radiadores como mediante un sistema de calefacción por suelo radiante. El combustible puede ser uno de los siguientes: gas natural, propano, butano, gasoil o biomasa.
Pero, independientemente de cuál sea, se quemará para calentar el agua que circula por el circuito de calefacción. En prácticamente todos los casos, eso sí, las calderas serán mixtas. Por lo tanto, además de suministrar agua caliente para la calefacción, también harán lo propio con el agua caliente sanitario. Independientemente de esto, te interesará contar con una caldera que funcione de manera eficiente. Tanto para el calentamiento del agua como para la calefacción. A continuación te mostramos los distintos tipos de caldera que puedes utilizar y cuál es la más eficiente.
Tipos de calderas en función de su consumo
Una de las principales clasificaciones que puede hacerse de las calderas para un sistema de calefacción que existen es en cuanto a su consumo. Según este, pueden ser de los siguientes tipos:
– Calderas eléctricas: son todas las que funcionan gracias a la electricidad. No utilizan ni gas ni ningún combustible adicional para calentar el agua que distribuyen por el circuito de calefacción o por el de agua caliente sanitaria. Por eso tiene entre sus ventajas una nula producción de humo, lo que evita los problemas que ocasionan otros tipos de calderas de cara a la combustión y evacuación de humos. Está, por tanto, entre los sistemas de calefacción que se consideran como limpios y respetuosos con el medio ambiente.
Eso sí, puede que no sea tan respetuosa con tu bolsillo. Para empezar, el precio de la luz está desde hace unos meses a un nivel muy elevado. Para continuar, en caso de instalar una caldera eléctrica, necesitarás subir la potencia que tienes contratada con tu comercializadora de energía eléctrica. Y solo esto ya hará que pagues más en tu factura.
– Calderas de condensación: son las calderas que con más frecuencia se instalan en la actualidad en los circuitos de calefacción con gas natural. Por lo tanto, son ya prácticamente mayoritarias en las zonas que cuentan con suministro del mismo. Sobre todo desde la prohibición del anterior modelo de caldera para calefacciones de gas, las calderas estancas. Por eso, a medida que estas se van averiando y es necesario cambiarlas, va creciendo el número de calderas de condensación instaladas.
Son calderas muy eficientes, tanto en la producción de agua caliente sanitaria como en el calentamiento de agua para la calefacción. Su funcionamiento se basa en el aprovechamiento del calor que hay en la condensación del vapor de agua de los gases en combustión. Con ese calor hacen subir la temperatura del agua, que después se dirige al circuito de suelo radiante para calentarlo o a los radiadores, en función del sistema de calefacción de gas instalado.
Estas calderas se caracterizan por tener un consumo notablemente más contenido y menor que el de las calderas estancas, lo que permite ahorrar en calefacción. Y son más beneficiosas, además de para el bolsillo, para el medio ambiente, porque también dan la oportunidad de ahorrar en energía. También porque emiten menos gases contaminantes que ellas, lo que se debe a que aprovechan precisamente los gases para la generación de calor.
– Calderas de gasoil: el gasoil es el combustible para calefacción y agua caliente más utilizado en zonas algo apartadas y en las que no hay suministro de gas natural. Eso sí, por sus características es necesario contar con un espacio para almacenarlo hasta su paso al circuito de calefacción y, por tanto, a su combustión. Por eso son adecuadas para viviendas independientes con terreno suficiente para construir un depósito para él. También en comunidades de vecinos no demasiado grandes que cuentan con un depósito para el gasoil propio.
Además, en zonas frías son de los pocos sistemas de calefacción lo bastante potentes para permitir caldear a conciencia las viviendas. Las calderas que trabajan con este tipo de combustible, dado que queman un derivado del petróleo, emiten humos como residuo. Por eso son mucho menos respetuosas con el medio ambiente.
– Calderas de biomasa: A diferencia de lo que sucede con otros tipos de calderas, el combustible que utilizan las calderas de biomasa consiste fundamentalmente en residuos procedentes de las explotaciones forestales. También funcionan con pellets, elaborados a partir de estos, e incluso con astillas y trozos de madera de tamaño no excesivamente grande. Por su combustible, es uno de los tipos de calderas más ecológicos y respetuosos con el medio ambiente que existen en la actualidad. También están recomendadas para climas muy fríos, por lo que puede ser una buena alternativa para quienes no quieran utilizar calderas de gasoil o no dispongan de espacio para almacenar el combustible que necesitan.
Tipos de calderas en función de su colocación y uso
La mayoría estamos habituados a que las calderas estén colocadas en la pared, ya que los modelos fabricados para situarlas pegadas a los muros de una casa y a cierta altura son los más comunes. Pero no solo hay de dicho tipo por cómo y donde se colocan una vivienda. Estas, que se llaman calderas murales, se colocan colgadas y sujetas a la pared y generalmente están en la cocina o en un tendedero o pequeño balcón que esté pegado a ella pero que da directamente al exterior de la casa. A este espacio, sobre todo si está cerrado en todo o en parte se le conoce como recocina. En cualquier caso, por su tamaño reducido están indicadas para situarse en cualquier tipo de vivienda, incluso en los pisos más pequeños, en los que el espacio dedicado a cocina suele ser más que ajustado.
Las calderas también se pueden instalar de manera que queden colocadas sobre el suelo, también pegadas a una pared. Eso sí, en este caso no cuentan con ningún elemento de sujeción a ellas. Sí suelen situarse sobre un espacio ligeramente más elevado que el resto del suelo, que le sirve como pie y apoyo. De ahí su nombre: calderas de pie. Son de un tamaño muy superior al del las calderas murales, y están, como estas, directamente conectadas al sistema de calefacción en su parte trasera o superior.
Este tipo de caldera es menos frecuente que la mural, y en la mayoría de casos se trata de calderas de biomasa o gasoil. También suelen estar en las cocinas, o en una despensa o espacio que permita una salida al exterior para los residuos de su combustión. Eso sí, las estancias tienen que ser necesariamente más grandes que las que permiten la colocación de una caldera mural. En cualquier caso, son más frecuentes en empresas, fábricas y viviendas unifamiliares de grandes dimensiones.
En cuanto a las calderas por su uso, ya hemos comentado que las hay destinadas únicamente a calefacción, mientras que otras, las mixtas, se emplean tanto para calefacción como para la obtención de agua caliente. Dentro de estas últimas hay dos tipos: las que tienen microacumulación y las que tienen acumulación.
Las primeras tienen un pequeño depósito con agua caliente dentro de su chasis. Su finalidad es proporcionar más comodidad a sus usuarios en cuanto al suministro de agua caliente. Esto se debe a que el agua que hay almacenada en el depósito saldrá por el grifo de agua caliente que se abra y no será necesario esperara a que se caliente el que hay en el circuito. Por tanto, estas calderas agilizan el suministro de agua a la temperatura deseada en cada caso. Por eso reducen el consumo de agua.
Las calderas con acumulación, por su parte, también llevan un depósito de agua caliente, pero mayor. Suele tener entre 40 y 60 litros, y están pensadas para viviendas en las que hay varios grifos de agua caliente en las que puede haber consumo de la misma a la vez. Por ejemplo, viviendas con varios cuartos de baño en las que residen familias de cuatro o más miembros. Así se evita que al abrir un grifo de agua caliente cuando hay otro u otros dos ya abiertos los primeros se queden sin ella.
¿Cuál es la caldera más eficiente?
Generalmente, se considera que el tipo de caldera más eficiente para una vivienda es una caldera de condensación, en caso de contar con un sistema de calefacción y agua caliente impulsado por gas natural. Por su funcionamiento, la temperatura de los gases que emiten durante la combustión es menor. Esto facilita que tenga un rendimiento mayor, sobre todo si se trata de un modelo capaz de trabajar a temperatura baja.
Esto es, por una que se pueda conectar a un sistema de suelo radiante o a unos radiadores que sean capaces de trabajar a unos 50 grados. Si esto se combina con un termostato con el que controlar la temperatura y programarla de manera que la temperatura del sistema sea como mucho de unos 21 grados, se logra una mayor eficiencia en calefacción, con un mejor rendimiento en cuanto energía y consumo. Todo sin renunciar al confort de tener la vivienda en la que están instaladas a una temperatura agradable.
En el caso de no contar con suministro de gas natural, las calderas de gasoil permiten conseguir una temperatura más elevada con mayor rapidez que las de biomasa, que son más eficientes en cuanto a consumo y más respetuosas con el medio ambiente, pero no permiten conseguir tanta temperatura como las de gasoil. Por tanto, todo depende de las necesidades de calor que tengas. Por eso, tu elección dependerá sobre todo de si cuentas con suministro de gas natural en tu casa. Si es así ¡no lo dudes e instala una caldera de condensación!
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