El nivel de aislamiento térmico es muy importante no solo para que las viviendas cuenten con el mayor confort en cuanto a temperatura posible. También para contribuir a una mayor eficiencia energética, y de rebote a un ahorro económico notable en facturas de electricidad por la calefacción (de gas en invierno si se usa el gas natural) y el aire acondicionado.
En la actualidad el nivel de aislamiento de los edificios ha cobrado gran importancia, lo que ha hecho que pase a un primer plano. Hasta no hace mucho la legislación en materia de aislamiento de edificios no era demasiado exhaustiva ni exigente. Pero la preocupación por el uso de materiales y la preocupación por un consumo más responsable y eficiente de la energía ha llevado a las autoridades a actualizar y renovar las leyes que, entre otras áreas, se ocupan del aislamiento térmico.
Es el caso del Código técnico de edificación (CTE), renovado y aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 20 de diciembre de 2019, y que además de mejorar en cuanto a necesidad y grosor de los aislamientos, aproxima la normativa española a la europea, más exigente en lo que se refiere al aislamiento.
El Código Técnico de Edificación, un impulso al aislamiento térmico
Este nuevo código está compuesto por varios documentos y apartados, de los que hay varios que hacen incidencia en el nivel de aislamiento térmico de los edificios que se construyan. Uno de ellos es el Documento Básico de Ahorro de Energía (DB-HE). Este ha incorporado varias modificaciones a sus artículos, y pone de manifiesto que existe una necesidad de la denominada «envolvente térmica», que viene a ser una capa de aislamiento adecuada, en los edificios.
Entre estas novedades figura la necesidad de que esta envolvente tenga las características que sean más apropiadas para la limitación de la necesidad de utilizar energía para que quienes estén en el interior de los edificios cuenten con un nivel aceptable de bienestar térmico. Para conseguirlo, este documento apunta que se debe mejorar la calidad de la envolvente térmica del edificio. Es decir, de su aislamiento térmico.
Para lograrlo, entre otras cosas, se hace necesario mejorar los tipos de aislamiento. También, en muchos casos, el grosor de la capa de aislante de los edificios. Por ejemplo, en el caso del poliestireno extruido. Es un aislante bastante común en construcción, y se recomienda utilizarlo en muros y suelos. Según la nueva normativa, en suelos debe tener un grosor de entre 5 y 14 centímetros. En el de las cubiertas, debe ser de entre 5 y 17 centímetros. Este es sin duda un avance notable, puesto que hasta ahora lo habitual es que el grosor de poliestireno empleado en el aislamiento térmico de edificios estuviese entre los tres y cuatro centímetros.
Además de en las nuevas edificaciones, el nuevo código establece también que las medidas que plantea relacionadas con el aislamiento térmico no solo se limitan a los edificios de nueva construcción. También son aplicables a los edificios que se quiera rehabilitar, puesto que el grosor de la capa de aislamiento que deben aplicarse a los edificios en rehabilitación es bastante parecido. Por tanto, y dado que las nuevas normas sobre aislamiento térmico en edificios ya están vigentes, conviene conocer qué tipos de aislamiento térmico se pueden utilizar para aislar un edificio o una vivienda.
Tipos de aislamiento térmico para un edificio: poliestireno y poliuretano
Teniendo en cuenta que el nuevo CTE incide en una mejora del aislamiento térmico de los edificios y las viviendas. Para ello se pueden utilizar distintos tipos de aislamiento. Uno de ellos ya lo hemos mencionado: el poliestireno extruido. Se trata de un tipo de poliestireno que puede mojarse sin perder facultades. Esto lleva a que además de en fachadas y tabiques interiores se use mucho como aislante en cubiertas y tejados. Se vende en planchas y su espesor, que parte de los 4 centímetros, puede llegar hasta los 8.
Otro tipo de poliestireno que se emplea en aislamiento de vivienda es el poliestireno expandido. Tal como sucede con la variante ya mencionada de poliestireno, es muy versátil, y se le conoce popularmente como corcho blanco. Está disponible en placas de distintos grosores, densidades y niveles de conducción térmica. En este caso no puede mojarse, por lo que no ofrece buen resultado en cubiertas y no es muy frecuente en exteriores.
El poliuretano puede utilizarse como aislante en un tercer formato: en espuma. Compuesta sobre todo por derivados del petróleo y, aunque parezca extraño, azúcar, cuando se aplica forma una espuma rígida con un importante nivel de cerramiento. Además, esta espuma es muy aislante, dado que puede alcanzar un coeficiente de conductividad térmica adecuado.
La espuma de poliuretano es muy adherente, lo que hace que se pegue con facilidad prácticamente a cualquier superficie, tanto horizontal como vertical. Se trata de un elemento impermeable, dado que no absorbe prácticamente la humedad. También es un aislante que tiene un precio bastante asequible. Todo esto hace que se utilice mucho en reformas, dado que es el aislante que más se utiliza para el relleno de grietas y huecos en muros y juntas. También se usa como refuerzo en aislamientos multicapa.
Lana de roca o vidrio
Además del poliestireno y el poliuretano, la lana de roca y la de vidrio son dos de los materiales más utilizados en aislamiento en edificios. La lana de roca se presenta en paneles, y se fabrica a partir de rocas volcánicas. A ellas se les aplica un elemento para ligar la roca después de fundirla, algo que solo se consigue alcanzando temperaturas muy elevadas. Este suele ser un elemento aglomerante.
Por otro lado, también se le aplican aceites para hacer que se vuelva impermeable, lo que hace posible utilizar la lana de roca como aislante en cubiertas además de en fachadas y elementos interiores de las viviendas. La lana de roca, además de ser bastante buen aislante térmico también lo es acústico, por lo que al utilizarla no solo aíslas tu vivienda del calor o el frío. También del ruido. A diferencia del poliuretano y el poliestireno, la lana de roca no es inflamable, lo que la convierte en un buen aislante frente al calor.
La lana de roca se puede aplicar mezclada con cemento blanco, con lo que se evitan además los puentes térmicos, y su espesor puede llegar hasta los 7 centímetros. Para aplicarla con un mayor grosor hay que utilizar la malla metálica para dar consistencia a la superficie.
Otro tipo de aislante muy utilizado en todo tipo de superficies es la lana de vidrio. Con origen natural, concretamente mineral, está elaborada a partir de pequeños trozos de vidrio que están fijados mediante un tipo de resina que es resistente al fuego. Para ello primero hay que derretir el vidrio, para lo que se usa un proceso parecido al que se emplea para derretir la roca y formar la lana de roca. Es un buen aislamiento térmico, y como la lana de roca, es un material ignífugo.
Tipos de aislamiento de puertas y ventanas
Además de los tipos de aislamiento térmico para fachadas, cubiertas y divisorias interiores de viviendas, también es necesario preocuparse del aislamiento en puertas y ventanas. En el caso de estas últimas, par contar con un mejor nivel de aislamiento se optará por las que estén fabricadas en aluminio, PVC o madera.
Las más aislantes son las de PVC, y ofrecen una resistencia fuerte ante cualquier cambio de temperatura. Están disponibles con muchos acabados y se caracterizan por un mantenimiento sencillo. Además del aislamiento térmico, también proporcionan un elevado nivel de aislamiento del ruido. También son bastante aislantes las de aluminio en cuanto a temperatura, y por sus características, también frente a la humedad.
Por último, las ventanas de madera también tienen un elevado nivel de aislamiento, aunque no son tan resistentes ni son resistentes al agua. En cuanto a los cristales de las ventanas, que también hay que cuidar, cuanto más grosor tengan, mayor nivel de aislamiento térmico. Y si tienen dos hojas en vez de una, las ventanas serán más aislantes.
Al igual que sucede con las ventanas, las puertas de PVC y aluminio también tienen un elevado nivel de aislamiento térmico. Son muy apreciadas sobre todo en la entrada de viviendas unifamiliares, dado que permiten aislar del frío y el calor su interior con bastante eficacia. A veces, estas puertas, sobre todo las de aluminio, pueden estar reforzadas. También incorporar otro material aislante en el interior, para mejorar su aislamiento térmico. Por ejemplo lana de roca o de vidrio. Lo mismo sucede con las puertas de madera, pero no solo con las exteriores. Las interiores también pueden incorporar un refuerzo interior con más material aislante, lo que refuerza la protección frente al frío o al calor.
Por tanto, para conseguir un nivel óptimo de aislamiento térmico en una vivienda, por tanto, no basta con reforzar su aislamiento en fachada, paredes interiores y cubiertas y tejados, según las nuevas directrices del Código Técnico de Edificación. Si se descuidan las ventanas y las puertas, el calor y el frío seguirá saliendo y entrando de la casa y empeorando la sensación térmica.
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