El precio del gas y de la electricidad hace necesario contener el consumo de calefacción. Para ello no basta con tener cuidado de configurar la calefacción para que la temperatura no suba de 20 o 21 grados. También tienes que tener en cuenta que es probable que no necesites tener la misma temperatura en todas las estancias de tu vivienda. Ni que necesites tener calefacción en todas a diario. Pero para controlar mejor el gasto y el consumo de la calefacción, en caso de que tengas un sistema de radiadores para calentarte, necesitas contar con componentes adicionales que te faciliten el ahorro. Los elementos principales para conseguirlo son las válvulas termostáticas, que además son beneficiosas para el medio ambiente por la reducción del consumo de energía que permiten. Descubre cómo funcionan.
¿Qué son las válvulas termostáticas?
Las válvulas termostáticas, colocadas en cada uno de los radiadores de un circuito de calefacción, tienen como misión gestionar el flujo del agua que entra y sale del radiador en el que se instala cada una de ellas. Gracias a esto, las válvulas pueden controlar cuánto calor emite cada radiador, supervisando que solo generen el que se necesita y cuando se necesita.
Para ajustar el flujo del agua caliente y evitar que el radiador siga calentando por encima de una temperatura determinada, es necesario ajustar la temperatura que marca cada válvula. Tienes que hacerlo con todas las que tengas en el sistema, en función de la temperatura concreta que quieras tener como máximo en el punto en el que está el radiador. Si no quieres que haya calefacción en él, tendrás que cerrar por completo el paso del agua al radiador de la calefacción, lo que permiten las válvulas termostáticas.
Las válvulas termostáticas están compuestas por dos elementos: una válvula a la que se conoce como termostatizable, que comunica las tuberías del circuito con el radiador, y un cabezal termostático. En la válvula hay un elemento conocido como actuador, que puede ser de líquido, de gas o de un cierto tipo de cera, y lleva sobre él el cabezal termostático mencionado. En el cabezal es donde queda fijada la temperatura deseada elegida a través de las válvulas termostáticas.
Además, se encarga de hacer que el actuador se mueva para bloquear o abrir el paso del agua al radiador. Puede ser manual o automático. El primero permite el ajuste de las válvulas termostáticas únicamente a mano. Mientras tanto, el segundo permite hacerlo mediante el uso de sistemas digitales, e incluso puede programarse para que las válvulas marquen más o menos temperatura a voluntad. E incluso, a distancia.
¿Cómo funcionan las válvulas termostáticas?
Para ajustar el calor que emite cada radiador de agua del sistema de calefacción con las válvulas termostáticas, hay que abrir o cerrar el paso al agua que circula por su interior al nivel deseado. Para ello, estas válvulas suelen tener un indicador de la temperatura máxima que quieres que alcance la estancia en la que está el radiador. Una vez seleccionada la temperatura, podrán darse tres situaciones. Que la temperatura que mida el sistema sea mayor que la configurada mediante la válvula termostática del radiador, que ambas temperaturas sean iguales y que la temperatura de la habitación sea menor que la marcada en la válvula termostática.
En el primer caso, el mecanismo que controla el acceso del agua caliente al interior del radiador cierra el paso del agua hacia él. Entonces, el radiador baja su temperatura y el nivel del calor que emite. Poco a poco, tanto su temperatura como la de la estancia empezarán a bajar. Pasado un tiempo se dará la segunda situación: la temperatura de la habitación será la misma que la que tiene configurada como máxima el radiador. Entonces, la posición en la que se encuentra el paso del agua seguirá siendo la que tenía hasta entonces.
Es decir, si la igualdad de temperaturas se produce tras el descenso de la que tienen el radiador y la habitación, el paso de agua continuará cerrado. Pero si lo que sucede es que la temperatura de la habitación está subiendo y llega a igualar la seleccionada en la válvula, el paso de agua al radiador seguirá abierto. Cambiará cuando sea mayor. Entonces, se cerrará el paso del agua al radiador, tal como hemos visto.
Pero si la temperatura de la estancia baja por debajo de la que tiene asignada la válvula termostática, el agua caliente tendrá que volver a calentar el radiador. De esta manera, podrán emitir calor de nuevo y hacer subir la temperatura a su alrededor. Para ello, la válvula abre el paso de agua hacia el radiador, y esta, caliente, avanza hacia su interior. A su vez, el agua fría que pueda quedar en el radiador, emprende el camino de retorno hacia la fuente de calor del sistema, para subir su temperatura y regresar de nuevo al sistema. Las válvulas termostáticas, como has visto, son imprescindibles para ajustar el consumo de energía en la calefacción por zonas, así que ¡instala válvulas termostáticas en tus radiadores!
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