Se acerca el invierno, y con él el tiempo en el que se hace necesario en muchas viviendas encender la calefacción. Pero claro, para esto hay que contar con un sistema adecuado, y en perfecto estado. No siempre es el caso, sobre todo cuando se compra una vivienda de segunda mano o se recibe una en herencia. En esos casos puede que la calefacción esté anticuada, que no sea la apropiada para la vivienda o, sencillamente, que no funcione. En cualquier caso, toca estudiar y planificar cuál de los tipos de calefacción que existen es el más adecuado para la casa.
El estudio y planificación, si se desea tener una casa con la calefacción a punto para el invierno, debe iniciarse varias semanas antes. Incluso en verano, para que el sistema, aunque sea complejo, tenga tiempo suficiente para instalarse. Además, dado que para la instalación de prácticamente todos los tipos de calefacción es necesario contar con los servicios de una empresa especializada, hacerlo con la antelación suficiente permitirá a la empresa que elijas planificarse para instalarla con tiempo. Es posible que en la misma empresa, si no te decides, puedan aconsejarte sobre el mejor de entre los tipos de calefacción que te convienen. Aun así, es conveniente que los conozcas, para que tengas argumentos a la hora de elegir.
Tipos de calefacción: eléctrica
Entre los principales tipos de calefacción que se suelen encontrar instalados en una vivienda están las calefacciones eléctricas, que pueden ser de distintas modalidades. Pero, principalmente, de radiadores eléctricos fijos. También, para zonas menos frías, se pueden utilizar radiadores eléctricos móviles y enchufables, que se sacan cuando hace frío y se conectan a la red eléctrica. Generalmente tienen ruedas para favorecer el desplazamiento, e incluso hay modelos programables que se pueden encender y apagar a voluntad. Cuando no se utilizan, se pueden guardar.
No obstante, el sistema de calefacción eléctrica más común es el de radiadores eléctricos instalados en la pared, en puntos fijos con acceso directo a un enchufe. De los tipos de calefacción que requieren instalación, es quizá el más sencillo de instalar. También el que menos obras precisa para estar listo. Lo único que hay que hacer es fijarlos a la pared, para lo que bastará con utilizar los tornillos que vienen con cada radiador, que también contará con soportes para facilitar la fijación. Eso sí, habrá que tomar una serie de precauciones antes.
Los puntos más convenientes para la colocación de radiadores son los muros de la casa que dan directamente al exterior. Si no es posible, hay que ubicarlos lo más cerca posible de ellos. Salvo, claro está, en las estancias interiores. Alrededor de cada uno de ellos hay que dejar espacio libre, con el objetivo de que el aire que emiten pueda circular y extenderse sin obstáculos. También hay que cuidar que no haya cortinas o muebles demasiado cerca.
Cuando se instalan en el baño o en un aseo, hay que seguir otra serie de precauciones. El principal es que no se puedan encender ni apagar desde la ducha o bañera, para evitar accidentes. Como norma general, es aconsejable dejar algo más de medio metro de separación entre dichos elementos y el radiador.
La calefacción que funciona con radiadores eléctricos está indicada para climas no excesivamente fríos. También para viviendas de tamaño reducido en todo tipo de climas. Y en todas aquellas en las que se necesite un tipo de calefacción capaz de producir calor con rapidez. Los radiadores eléctricos se calientan muy pronto. Gracias a esto, si quienes viven en casa pasan fuera de ella bastante tiempo y quieren caldear la vivienda con rapidez cuando llegan, este es quizá de los tipos de calefacción que más les conviene. Eso sí, hay que tener en cuenta que los radiadores eléctricos consumen bastante luz, por lo que habrá que tener cuidado si los eliges, para evitar que la factura de la luz puede darte un susto.
Calefacción por bomba de calor
Este sistema de calefacción suele ir combinado, en las instalaciones modernas, con el aire acondicionado. Muchos de los aparatos que lo ofrecen cuentan con un sistema que permite emitir aire fresco en verano y cálido en invierno. Para ello, en verano toma aire caliente del exterior y lo enfría, mientras que en invierno coge aire frío del exterior en los puntos en los que está instalado y lo calienta. Para utilizarlo, por tanto, si tu aparato de aire lo permite, no tendrás que hacer una nueva instalación.
Este es uno de los tipos de calefacción de mayor eficiencia energética, ya que para emitir aire caliente no necesita consumir energía en exceso. Se puede escoger la temperatura a la que se necesita que salga el aire, aunque hay que tener en cuenta que el aire caliente que suelta no tiende a durar mucho, y se disipa en un periodo de tiempo bastante reducido.
Al igual que los radiadores eléctricos, la calefacción por bomba de calor no está recomendada para climas excesivamente fríos. Además de por la rapidez en disiparse el aire que produce, porque la producción de aire frío en climas más extremos provocará la aparición de hielo en sus compresores. Como consecuencia, dejará de funcionar hasta que no desaparezca. Es más conveniente para viviendas en localidades con un invierno suave. También lo es para casas pequeñas y con espacios abiertos, puesto que si hay paredes u otros obstáculos, el aire no se repartirá por toda la casa.
Tipos de calefacción de gas natural
Este es, de los distintos tipos de calefacción, quizá el más extendido en zonas urbanas de España con inviernos fríos y rigurosos. Sobre todo en bloques de viviendas. Habitualmente está compuesto por una caldera, a la que llega el gas a calentar, y de un circuito por el que circula agua caliente que después llega a unos radiadores colocados en la pared, que emiten calor, o a un circuito de tuberías bajo el suelo. A este último circuito se le conoce como calefacción por suelo radiante, y emite calor desde el suelo, que después asciende hasta el techo de las estancias por las que pasa de manera gradual.
Su instalación, eso sí, es costosa. Tanto en lo que se refiere a presupuesto, como a las obras necesarias para la instalación. En el caso de querer instalar gas natural con radiadores, habrá que instalar radiadores y un circuito por parte del suelo y las paredes. Si se opta por el suelo radiante, no habrá que hacer obra en las paredes. Pero habrá que levantar todo el suelo para instalar el circuito por él.
A cambio, es de los tipos de calefacción más potentes para combatir el frío en climas rigurosos. En caso de que el aislamiento de la vivienda sea adecuado, mantiene el calor constante en su interior durante bastante tiempo. Está recomendado, además de para climas fríos, para viviendas de tamaño medio o grande. Eso sí, no es precisamente uno de los tipos de calefacción más económicos. La calefacción de gas natural puede disparar la factura de gas si no se tiene cuidado y se usa indiscriminadamente.
Estufas de biomasa
En los últimos años se han puesto de moda, especialmente en zonas rurales y viviendas unifamiliares, las estufas de biomasa como sistema para calentar las casas. Se trata de uno de los tipos de calefacción más ecológicos que existe, por el tipo de combustible que utilizan. La biomasa, que así se llama, está compuesta por residuos de los bosques, o bien de los de plantaciones que no son viables para consumo. Pero para combustible sí se pueden utilizar, compactándolos en bloques. Además, como combustible limpio, puesto que al quemarlos no se generan emisiones perjudiciales para el medio ambiente.
También es uno de los sistemas de calefacción más económicos. Con este combustible se contribuye, además, a la limpieza de bosques y cultivos, algo necesario para evitar la propagación de incendios. Eso sí, para instalar el tipo de estufas en las que se queman es necesario hacer una obra para instalar una salida de humos en la vivienda. Es decir, una chimenea. Por eso es más aconsejable para viviendas unifamiliares que para bloques de pisos.
Por lo económico de su combustible, las estufas de biomasa son perfectas para viviendas en zonas con inviernos rigurosos y de larga duración. Eso sí, no está recomendada para espacios muy pequeños, pero es perfecta para casas grandes. Producen bastante calor, y para conseguir el combustible para hacerla funcionar solo hay que comprar la cantidad necesaria en cada caso a un proveedor especializado.
Calefacción de gasoil
Este tipo de sistemas de calefacción se caracterizan por el uso de gasoil como fuente para producir calor. Este combustible es económico, y las calefacciones no resultan demasiado costosas de mantener. Eso sí, será necesario un espacio de almacenamiento para guardar el gasoil. Es decir, un depósito. Por eso no es un sistema de calefacción indicado para bloques de pisos. A no ser, claro está, de que sean pocos pisos y todos los vecinos estén de acuerdo en su instalación.
En cambio, es perfecta para calefacciones de casas aisladas y viviendas unifamiliares, en zonas rurales con inviernos fríos y largos. Sobre todo, por tratarse de un sistema de calefacción capaz de proporcionar bastante calor. Prácticamente el mismo que puede dar una calefacción de gas natural, pero para zonas a las que no llega la canalización de este tipo de combustible. Calienta casas de gran tamaño en poco tiempo, y al igual que las casas con gas natural, es necesario instalar un circuito de calefacción con una caldera. Por tanto, habrá que preparar con tiempo su instalación para que esté lista antes de que llegue el frío. Lo mismo sucede con la compra del gasoil, que habrá que contratar con un proveedor especializado.
Estos son los principales tipos de calefacción que puedes escoger para no pasar frío en invierno. Entre ellos, gracias a los detalles que hemos mencionado, puedes elegir ya el que más te convenga en función de tu tipo de vivienda, su situación, o el nivel de rigor del invierno. Seguro que elegir te resulta más sencillo, y si no siempre puedes consultar con un experto en instalaciones de sistemas de calefacción.
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