La preocupación por el control del consumo energético en las viviendas es cada vez más importante. No solo por todo lo relacionado con el cuidado del medio ambiente y con las emisiones de CO2 que ocasionan los distintos sistemas de calefacción y aire acondicionado. También por el creciente precio de la luz y el gas, que hacen que calentar y refrescar empresas, oficinas y viviendas cueste cada vez más caro. Por eso, ahorrar en consumo energético pero sin dejar de contar con una temperatura confortable en una vivienda se ha convertido en todo un quebradero de cabeza para muchos. Por suerte conseguir la temperatura adecuada consumiendo lo mínimo posible en casa es posible. A continuación tienes varios trucos y consejos que te servirán para conseguirlo. Pero primero es necesario conocer qué temperatura se considera adecuada en una vivienda.
¿Qué podemos considerar como temperatura adecuada en una vivienda?
No todos estamos igual de cómodos con la misma temperatura. Unos pasarán calor con 20 grados mientras otros se hielan de frío a 23 grados. Tampoco tendremos la misma sensación térmica en verano que en invierno. Pero en general, contar con una temperatura adecuada para todos no resulta demasiado complicado. Tanto en invierno como en verano. Además, a ello ayuda que ya exista un Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE), que entre otras cosas, establece cuáles son los requisitos de eficiencia en cuanto a temperatura de las instalaciones encargadas de regular la temperatura en los edificios. Tanto mientras se diseñan, montan y despliegan como cuando ya se están utilizando y toca mantenerlos.
Este reglamento se ocupa de todas las instalaciones fijas que se ocupan de la climatización, que entre otras son las de calefacción y refrigeración. Entre todos los temas que abarca, está la temperatura a la que debe estar idealmente un edificio para que quienes están dentro estén cómodos. En ello también influye la humedad del ambiente, algo que también tiene en cuenta este reglamento.
El RITE establece que en invierno, la selección del sistema encargado de mantener la temperatura interior de una vivienda o un edificio debe estar entre 21 y 23 grados, con una humedad relativa de entre el 40% y el 50%. Mientras tanto, en verano es aconsejable que esté entre los 23 y los 25 grados, con una humedad relativa de entre el 45% y el 60%. Con estas temperaturas y nivel de humedad, el grado de confort en una vivienda es generalmente el adecuado. Eso sí, hay quien estará cómodo a 21 grados en invierno y quien en verano pase calor a 25. Por eso, dar con la temperatura adecuada es muy particular. Pero en general, es recomendable que el termostato de los sistemas de calefacción y refrigeración esté entre los valores mencionados.
Esto es así también porque por cada grado centígrado que se suba la temperatura en invierno o se baje en verano, el gasto de energía subirá un 7% aproximadamente. Parece poco, pero el impacto que tiene en las emisiones y en el consumo es muy relevante.
La temperatura en cada habitación
Además de tener en cuenta la temperatura adecuada para interiores en invierno y verano, también hay que tener presentes otros factores. Entre ellos, el hecho de que no se está igual de cómodo en todas las estancias de una vivienda a la misma temperatura. Así, si por la tarde estamos a gusto en invierno con 22 grados en un salón, por la noche para dormir esa temperatura puede ser demasiado elevada.
Por eso es aconsejable que la temperatura en las habitaciones sea uno o dos grados más baja que en las estancias utilizadas durante el día, como en las salas o despachos. De otra manera es más que probable que tengas calor al dormir, y no pases muy buena noche. Eso no quiere decir que en los dormitorios tenga que hacer frío. Pero sí es aconsejable que haya uno o dos grados menos que en un salón. Así tendrás la temperatura adecuada para pasar una noche placentera.
Por todo esto es recomendable, en cuanto al sistema de calefacción, instalar varios elementos para controlar la temperatura. Para empezar, para controlar la temperatura en general, es necesario instalar un termostato que controle que la calefacción deja de funcionar cuando se alcanza una temperatura determinada. Así, al encender la calefacción, o programarla para que se encienda a una hora determinada si es digital, puedes elegir a qué temperatura quieres que se apague automáticamente. Así, si por ejemplo seleccionas 21 grados como la temperatura ambiente a la que quieres que se desconecte la calefacción, y cuando el sistema de calefacción detecte que ya hay 21 grados, se detendrá hasta que caiga la temperatura. Entonces se encenderá de nuevo.
Cabezales termostáticos: claves para la temperatura adecuada en las habitaciones
Para saber cuántos grados hay en cada habitación puedes optar por utilizar un sistema tradicional y colocar un termómetro, o un sensor en ellas, para después estar atentos y cuando la temperatura llegue al nivel adecuado, cerrar el paso de agua caliente al radiador. Esto tiene muchos inconvenientes. Para empezar requiere tener que estar pendiente de las temperaturas. Para continuar, recordar que hay que abrir el paso de agua al radiador de nuevo cuando baje la temperatura demasiado, o cuando se encienda otra vez la calefacción. Un proceso muy trabajoso, que pocos siguen.
Entonces, ¿qué hacer para conseguir que al mismo tiempo la temperatura en otras habitaciones sea la adecuada? Pues instalando un cabezal termostático en sus radiadores. Así puedes desentenderte de estar controlando la calefacción. Con ellos, una vez que selecciones la temperatura adecuada para la estancia, puedes olvidarte de vigilarla. El cabezal lo hará todo por ti: cerrar el paso de agua caliente al radiador cuando detecte que la temperatura ambiente ya es la elegida y abrir el paso de manera automática también cuando baje la temperatura por debajo del nivel elegido. Puedes elegir una temperatura distinta para la calefacción con ellos, de hecho, para cada habitación.
Eso sí, no todos los cabezales son compatibles con todos los radiadores. Antes de decidirte a instalar uno tienes que comprobar, por lo tanto, si puedes hacerlo. Para poder instalar un cabezal termostático en un radiador es necesario que este cuenta con una válvula termostática, que estará ya preparada para que puedas instalar en ella un cabezal termostático. Si en el radiador no hay este tipo de válvula, no podrás instalar este tipo de cabezal. Tendrás que cambiar la válvula para poder hacerlo.
Pero si cuenta con una válvula adecuada, tras instalar el cabezal, estos dos componentes, ya acoplados, formarán lo que se conoce sencillamente como válvula termostática. De ellos, la válvula propiamente dicha estará en el punto por el que entra el agua al radiador. El cabezal estará montado en la válvula, y regula el paso de agua caliente al radiador abriendo o cerrando la válvula.
Con este componente en los radiadores, con el que tendrás que realizar una pequeña inversión económica, conseguirás no solo poder tener la temperatura adecuada en cada estancia de una vivienda. También, al controlar mejor el consumo de energía y regular automáticamente la temperatura de las estancias, controlarás mejor el gasto. Y muy probablemente, podrás rebajarlo. Por eso, aunque tengas que hacer una pequeña inversión para la instalación de un termostato y varios cabezales, e incluso válvulas termostáticas, irás amortizándola mes a mes.
Reducir el consumo con el aire acondicionado en verano
Los sistemas de aire acondicionado, que permiten reducir la temperatura de las viviendas en verano cuando aprieta el calor, también permiten, con unos cuantos trucos, ajustar su consumo sin que ello desemboque en dejar de tener la vivienda fresca, con las temperaturas que hemos mencionado. Eso sí, ten cuidado siempre de que entre el exterior y el interior de la casa no haya una diferencia de más de 12 grados. Si la temperatura baja de 24 grados, además, correrás el riesgo de que en casa haga frío, por lo que podrías coger un resfriado.
Lo primero que tienes que tener en cuenta es que no necesitas enfriar toda la casa durante las 24 horas del día. Así, durante el día es poco probable que haga falta refrigerar los dormitorios, y sí tendrás que tener fresco el salón o la habitación en la que trabajes o estudies. Por eso limita el encendido de aire acondicionado a esas habitaciones durante el día, cuando sea necesario. Y para evitar tener que enfriar un volumen mayor de aire, cierra las puertas para mantener aislada una estancia que esté fresca. Ten en cuenta también que no es necesario refrescar ni las cocinas ni los baños, más que nada por el uso que se hace de sus elementos.
Ten en cuenta también que la práctica totalidad de los aparatos de aire acondicionado ofrecen la posibilidad de seleccionar la temperatura a la que quieres tener una estancia. Pero también tienes que tener en cuenta dónde colocas los aparatos interiores de aire. Lo mejor es colocarlo sobre las puertas o en paredes apartadas de la luz del sol del exterior. Aparte de eso, si puedes, intenta programar los aparatos de aire para que empiecen a funcionar o se apaguen pasado un cierto tiempo. De esta manera conseguirás tener las habitaciones refrigeradas, pero ahorrar en consumo. Esto último es muy útil, sobre todo, para dejar encendido el aire acondicionado de noche en una habitación. Puedes programarlo para que se apague al rato de haberte acostado y así no tendrás que dejarlo puesto toda la noche.
Estos son algunos de los trucos que puedes utilizar para tener tu casa siempre a la temperatura adecuada, pero sin pasarte en el consumo de energía. Por descontado, esto incidirá directamente en tus facturas, que irán a la baja. Por tanto, ahorrar en consumo de energía al refrigerar o caldear tu vivienda también hará que ahorres dinero. Para conseguirlo ¡sigue los consejos que te hemos ofrecido!
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